En nuestra propuesta queremos mostrar las pequeñas cosas que cambian en los niños cuando han sido abusados para que los cuidadores se informen y sean acertivos al momento de identificar las señales. Mostramos la perspectiva de un niño quien ve cosas que lo remiten a su abusadora, ya sea en maneras físicas como la mascada, o más elaboradas e infantiles como el monstruo o las garras. Queremos demostrar que a pesar de que el niño vive en constante conflicto, imaginando estos elementos que lo atemorizan, sólo él y el espectador pueden notarlo. Al final, relacionamos gracias a la gama cromática, que aquello a lo que teme y por lo que no puede vivir está más cerca de lo que imaginamos, no es una pesadilla ni un juego. Lo que le atemoriza está demasiado cerca, en su familia. Al pensar que será visto en salas infantiles, no queremos demostrar algo explícito. Para los ojos de un niño, el cineminuto podrá tratarse de algo de terror y miedo. Pero un adulto sabrá qué está pasando.